Reglas para sobrevivir el presidencialismo ecuatoriano

Soy antipresidencialista, y no le veo buen futuro al Ecuador en la era post Lenin si los ecuatorianos no despertamos y tomamos las riendas. El presidencialismo está destuyendo al país, dividiéndolo. Hace todo lo contrario de lo que se suponía que debía hacer cuando se fundó la república. Y no es difícil de comprender que esto sea así. Las cosas han cambiado desde 1830 hasta nuestro 2021. 

Eloy Alfaro dejó una huella (por no decir una herida) muy profunda y la democracia y la gobernanza no se recuperaron jamás (haré otro post sobre esto). Era necesaria una reforma después de Alfaro y los políticos ecuatorianos nunca entendieron en qué dirección debía ser: el parlamentarismo, un sistema que NO escoja a presidentes por votación popular. 

Yo entiendo bien que para los ecuatorianos de hoy es imposible pensar en el parlamentarismo, o en un Ecuador con un Poder Ejecutivo que no haya sido elegido por votación popular. Pero es un ejercicio que hay que hacer y es lo único que podría salvar la institucionalidad de este país, que desde el inicio de la nueva era "democrática", que no tiene nada de nueva y que inició con Roldós, ya venía cojeando. Las artimañas populistas y camorristas se esconden en la política desde antes del regreso a la democracia, no hay que engañarse con eso.

Por lo pronto no hay un cambio de sistema de gobierno a la vista. En otras palabras, los ecuatorianos tendremos que aguantarnos a otro régimen presidencialista, por lo menos hasta que se pueda dar una reforma constitucional (una constituyente que reforme la Constitución).

Por eso, creo que es indispensable que los ecuatorianos dejen la apatía, pero también el fanatismo. Propongo estas reglas para sobrevivir el presidencialismo ecuatoriano:

1. No considere NUNCA a un candidato a presidente "SU AMIGO".
2. Actívese y mueva sus cartas con la Defensoría del Pueblo, el Consejo de Partivcipación Ciudadana y Control Social y los asambleístas electos por su provincia o de su afinidad.
   
3. Participe de grupos (no necesariamente políticos, pueden ser gremiales) locales o regionales que no buscan reafirmar su poder sino servir.

(continuará)