Terminator 2 - la distopía de un futuro manipuladamente incierto

Cuando hablamos de viajar en el tiempo, se nos viene a la mente imágenes de infancia y cuentos de ciencia ficción.


A qué viene viajar al pasado, al futuro? A quién beneficia? Bueno, aun a nadie, excepto a ciertos cineastas y escritores de guión. Es el caso de James Cameron y William Wisher Jr. en los Terminator 1 y 2. No hago mención por ahora de Steven Spielberg, pero ya lo tocaré.

William Wisher Jr. aparece en las películas como secundario
James Cameron, consagrado director de ciencia ficción.
Terminator cuenta la historia de Sarah Connor y su hijo John, concebido de un hombre que vino del futuro para rescatarla de un robot que viene a matarla para impedir que su hijo llegue a ser en el futuro un líder contra la rebelión de las máquinas.

Temáticas
Máquinas rebeldes. Robots asesinos con caras de esqueletos metálicos. El invento se vuelve contra su inventor. El esclavo autómata se vuelve contra su creador. La malicia humana se le atribuye a las máquinas y son ellas (no los humanos) que empiezan a destruir a la humanidad. Con qué fines? La película no lo aclara.

Además de esto está lo del viaje en el tiempo, algo que es paradoxalmente imposible. Afectar el pasado impediría que el futuro sucediera y que por tanto desde el futuro viniera el evento que cambie el pasado.

Quizás lo más espeluznante de Terminator sea el hecho que Arnold haga tan bien su papel. Una máquina sin remordimientos hecha solo para matar.


Aunque hay una trampa, el robot de la segunda es el mismo autómata que en la primera, pero con programación inversa: en vez de venir a matar a John, viene a protegerlo. Sigue siendo máquina, no tiene corazón, su determinación es la misma, pero ahora su programa de defender a John Connor lo hace ver casi humano. Significa que tenga conciencia humana? No. Aunque la película quiera hacernos pensar lo contrario.

El futuro sombrío de un mundo de máquinas rebeldes asesinas ha sido tema de pesadilla para algunos, incluido el autor de este blog. Será posible que las máquinas desarrollen una inteligencia autónoma e intenten dominar al ser humano? Ahora, con mis años encima y estudios sobre informática, sé que eso no es posible, pero lo picante de la película es jugar con esa duda y volvernos un poco paranóicos al respecto.

Sarah Connor (Linda Hamilton) preguntándose si el futuro está escrito ya
Sarah Connor y su lucha por un futuro sin manipulaciones, es algo que no acabamos de entender aún. El pasado determina tu futuro. Cierto. Pero en su caso: están todas las opciones del futuro tomadas? Creer que no, es lo que nos da esperanza verdadera; no el hecho de armar a un hijo hasta los dientes, sino el hecho de saberse con la capacidad de poder decidir. 

No fate - no hay destino
Aceptar que no hay destino es también creer que no hay final. Algo brillante y oscuro a la vez. La película tiene un final abierto y es lo que deja la puerta abierta a la imaginación, que ya infectada de la paranoia, puede tejer mundos paralelos. El destino y la suerte se contraponen como dos lados de la misma moneda. Lo inevitable y las oportunidades. La cuestión es saber verlas. Siguiendo nuestras opciones positivas (suerte) tal vez encontremos un destino, un futuro más feliz. La cuestión aquí es el libre albedrío. Si tenemos la conciencia de que estamos aquí por libre voluntad y que cada experiencia, sea buena o mala es una opción para aprender, empezaremos a ver el sentido de esta vida.

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