Wagner, un mito entre los artistas (1813-1883)


Wagner, un nombre totalmente desconocido para mí hasta la adolescencia, a diferencia de Beethoven o Mozart, fue un descubrimiento al empezar a escuchar música rock con tonos épicos. Lo mismo encontraba viendo películas clave como Superman o Star Wars en el colegio. No, dije, aquí hay "gato encerrado".

Luego descubrí que ese tono en el rock se llamaba rock wagneriano, y que John Williams (USA), compositor de esas obras maestras del entretenimiento se inspiraba, como muchos otros, en Richard Wagner.

Bueno, estudié un año para profesor de música y aprendí algo de él. Wagner vivió cerca del teatro toda su vida. Su padre (padrastro que lo adoptó muy temprano) Geyer fue actor y dramaturgo. Su hermana llegó a algún estatus como actriz en el teatro, y el joven Wagner siempre la miró como "su ángel guardián" y su guía. Su determinación de convertirse en dramaturgo fue impulsada por la impresión que la cantante soprano Wilhelmine Schröder-Devrient le dejó en su juventud.

Conocer su obra fue entender lo bien que un compositor puede comprender el efecto, la impresión que sus acordes, armonías y melodías provocaban en el público: su efecto buscaba siempre lo teatral, la histeria sublimada del actor. Y es que con su temprana experiencia en el teatro, Wagner no podía conocer mejor al público.

En aquellos tiempos los compositores eran de los personajes más libres de Europa. El romanticismo (1840s) era el ideal de lo artístico, y Wagner era considerado un "amateur", un "diletante" del arte, un aficionado que lo realiza "por amor al arte", mas no profesionalmente. Uno más de muchos que aquel siglo cultivó.  Su estilo de vida y sus viajes lo llevaron por toda Europa y le trajeron grandes deudas, que tuvo que escapar huyendo con su mujer.

Gracias al apoyo de amigos compositores importantes su obra fue escuchándose en los teatros de opera, y fue ganando en apreciación - dado su alto grado de grandeza - entre los poderosos. Hasta un rey lo admiraba, e incluso (eso dicen los historiadores), se enamoró de él. Este mismo lo subvencionó de gran manera.

Con el paso del tiempo, Wagner tuvo un crecimiento espiritual, y se compenetró totalmente con el espíritu nórdico y germano, montando en Opera a numerosas leyendas y mitos germanos.








Lo que más fascina es sobre todo su obstinación con ser fiel a sus orígenes y no ceder ante las presiones y necesidades del mundo. Wagner vivió a lo grande y creyó en lo suyo. Eso es lo que lo hace tan admirable e imposible de alcanzar.

Murió de un infarto en Italia a sus casi 70 años.

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